Al olvido: no vengas nunca
No quiero que los recuerdos se queden en el olvido.
No quiero que aquellas palabras que salieron de tu boca, se las lleve el viento del invierno gélido.
Y que aquellas risas se hundan en el pozo de los versos largos que cantábamos cuando bailábamos en Fiesta Mayor.
La vida nos tiene a flor de piel, y tenemos toda una vida por delante.
Pero ¿Seguiremos recordando aquellas palabras que pronunciábamos cuando hacía calor?
Pero ¿Seguiremos recordando los sueños y promesas cuando hundíamos los pies mojados en la arena de la playa?
Tengo miedo.
Tengo miedo del olvido.
Tengo miedo de olvidar el calor que me diste en un verano que empezaba a enfriarse.
Recuérdame cuando menos lo pienses.
Recuérdame cuando vayas caminando por la calle, cuando tengas la mente en blanco.
Recuérdame cuando duermas y cuando no puedas dormir.
Recuérdame cuando escuches una canción por el coche y mires las luces de la ciudad.
Y poder ser la persona que sin ser nada, lo fué todo.
Y que cuando pienses, alargues una sonrisa, que te venga aquella brisa de noches de verano, el olor de las olas chocando contra rocas firmes, el olor a mí.
Que por un momento en que todo esté perdido, encuentres la salida en mí.
Que cuando no tengas nada que hacer, me escribas un rato sólo para decirme que no sabes qué hacer.
Amén.
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