A ti, Londres




Calles húmedas, con charcos de agua cristalina reflejándose una frágil luz ténue; que se cuela entre las hojas de los árboles.

Tanto los jardines verdes maragda como la multitud de vida, abundan por las arterias de Londres. 

Una ardilla sale a cursiosear.
Un pájaro se pone a silbar.
Unos zapatos corretean y se arrastran por las baldosas de suelo frío.

Es por ti, Londres.

A tus bellas calles, 
a tu metro abierto, 
a tu humedad, 
a tus casas tan inglesas, 
a tu lluvia tan pulcra pero firme, a tu gente. 
Que si no fueran ingleses con traje, 
estressados caminando apresuradamente,
esto no sería Londres.





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