Cartas a ti

Cartas a ti





Hoy libero mi corazón.
Camino vestida del amor, de tu nombre y olor.
Doy pasos firmes y latentes como mis palpitaciones que responden a las tuyas.
A veces pienso en todo lo que me haces sentir, la marea confusa de incertezas y sentimientos que me surgen cuando te veo.
Tus ojos tiramisú, que sólo mirarlos me embriagan como beber un par de copas de champán.
Eres quién alumbra mis pensamientos, el que despierta mi inquietud hacia la vida y lo inesperado, el que me provoca un remolino de emociones.
Tienes la virtud de callar mis miedos, que sienta electricidad por mis venas y se desvanezca toda la neblina cuando se entorpece mi pensamiento.
Quiero sentir tus labios rosados rozando los míos, como sentir una brisa entre mi boca y esencia de la vida.
Me has hecho despertar un amor escondido que se ocultaba entre escaramujos y espinas de mi interior. Era un amor temeroso, pero a medida que me has entrado en mi vida, se ha transformado en una bella flor que se atorce del
pavor y abre una corteza de luz entre tinieblas.
Pienso en lo maravilloso que es entrelazar nuestras manos, formar parte el uno del otro, que sienta un frenesí sin control al verte, que súbidamente mi corazón palpite unos latidos más rápidos de lo normal cuando te percibo cerca.
Pienso en lo hermoso que es nuestro amor, afable como azúcar tostado, sosiego como la calma del viento, difuso como el océano e inefable como la vida misma.
Pienso en lo bonito que es estar contigo, viviendo momentos tan fugaces e inesperados que se propagan en nuestras memorias hasta el más excelso cielo.
Que eres amor, un amor de luna llena que pesa firme contra el viento, inenarrable y misterioso como las estrellas fugaces, ardiente y llameante como el grandioso sol…
Cuando percatamos nuestras miradas que nos hunden siento que escribirte es como un elogio a la belleza de la vida, un anacoreto sin final, tan endógeno que no podría desvelar cuántas súbitas emociones poseo al observarte.
A veces parece tan iluso tenerte, que ni yo misma pienso en merecer tal pertenencia tuya. Pero tú me has hecho creer otra vez en que nada es atramentoso eternamente, el dolor se va con el olvido y tú, sólo tú me has hecho crecer otra versión mía mejor con unas ganas grandiosas de vivir, rozar la vida con la lengua y notar la esencia de la aventura con piel de gallina y lo más inesperado que nos puede suceder en la juventud, porque ésta vez es nuestra.

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