The end
Ves que la vida passa.
Las sonrisas quedan atrapadas en el tiempo.
Las personas que tienes a tu alrededor sólo un 20% las volverás a ver.
Que los recuerdos que vives no volverán a pasar nunca.
Los pequeños momentos que viviste, ya desaparecerán.
La vida que tienes ahora, pasa a ser la de ayer.
Desaparece.
Todo desaparece con el tiempo.
Es como ir en bicicleta: pedaleas, pero nunca hacia atrás, porque sino te quedas atascado.
Te das cuenta de que esto no es un cuento cómo los libros que te leían antes de ir a dormir, es la vida real.
Despierto del sueño aturdida.
Todo se va. Como las ondas producidas del estruendo de una piedra al agua que se dispersan, igual que los recuerdos.
Se va.
Los minutos son sólo estrellas en el espacio. Las horas realmente no son tan largas.
Los días son gotas en una tormenta.
No te das cuenta.
Pasa como ver el paisaje desde un tren.
Rápido, rápido hasta no poder verlo definido.
Lo que era el primer año, ahora ya van cuatro.
Lo que era medir un zapato de 29, ahora es un 36.
Lo que era un pelo hasta el cuello, ahora es uno hasta las caderas.
Las vivencias se transforman en recuerdos lomográficos. Con algún rasguño, borroso, adquiriendo texturas diferentes a cada uno.
En esos recuerdos veo tu cara.
Mostrando tus ojos.
Veo tu pelo, tu nariz, tus manos.
Veo una persona a la que renuncié.
Una persona de la cuál habría dado todo por ella.
Pero que no fuí capaz de darle, porque el fuego quemaba al papel, y el papel se consumía poco a poco y dolorosamente.
Todo esto es la tira de una película que se ha terminado.
Es hora de poner otra cinta, otra etapa y dejar la anterior.
Porque en el final, ya salía el The end.
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