La última vez




Cuando fuí a buscarla, me la encontré sentada en un pequeño banco, cerca de una farola. 

Miraba al móbil, inquieta como si intentara buscar la razón a algo. 
Se recostó un poco y tapó sus delgados brazos con su chaqueta tejana. 

Insipiró ondo, las sombras jugaban con su cara, y la luz de la farola hacía que le resaltaran sus pómulos. 
Al final decidió levantarse, me dió la espalda, y empezó a dar pasos a la inversa de mí. 
Miraba su pelo, revoloteando por la brisa de verano. 

Mis impulsos decían que debía correr, ir a por ella i abrazarla fuerte. Undir mi cabeza sobre su ombro y rodearla con mis brazos. 

Pero no lo hize, me quedé quieto, paralizado y prisionero de mis pies. 

Ahí fué la última vez que la ví, la última oportunidad para que fuera mía, que no aproveché, y la dejé ir. 

Y esa fué una de las desiciones que siempre me arrepentiré una y otra vez.

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