Al hombre a quién indagaba en el ayer
Hoy lo ví.
El hombre que antes lo veía cada domingo por las tardes.
Se encontraba más demacrado,
era más viejo.
Su cuerpo dibujaba una curva por su fina y delicada espalda.
Las arrugas empezaban a abundar por su cara.
El pelo era negro oscuro, pero que ya crecían algunas líneas finas blancas.
Su voz, seguía tan cálida como la recordaba. Era una voz que te abrazaba y te acurrucaba entre sus brazos.
Vestía un jersey gris, de un patrón de rayas oscuras a conjunto de una pantalones anchos, largos hasta los zapatos de piel marrón que se arrastraban sigilosamente por el suelo.
Sin embargo, él seguía manteniendo era su fe.
Sus ojos persistían jóvenes en él, desvelaban una persona que escondía muchas historias, que seguramente yo no las iba a saber nunca. Desvelaban a una persona anciana, pero que aún tenía las ganas de vivir, y seguir caminando sin dependencias.
Yo lo veía entre el mar de gente que había, pero él no me veía a mí.
Se me humedecieron un poco los ojos al verlo,
pero sonreí.
Con nostalgia.
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