2017, bienvenida a lo inesperado


Al salir de casa, el viento me saludó.
Era una bienvenida fría, que se coló sutilmente por los interiores de mi abrigo negro. 

Entorné los ojos, aún la mañana era oscura y en el cielo se podía percibir un suave brillo de la luna.

Mi aliento se dibujaba entre el aire con pequeños esbozos de afán y ansía. 
El frío me hacía acelerar mis torpes pasos, discontínuos y apresurados. 

Sin embargo, por un instante, me detuve. 

Cogí aire.
Olía a pleno invierno, un inverno distinto de enero, que daría comienzo a un nuevo año. 
Un año lleno de lo inesperado, lo exhausto, cálido, frío. 
De dolor, esperanza y a la vez amor, anhelos y afanes. Y allí, donde permanecía inmóvil entre las calles húmedas y heladas de una pequeña ciudad, empezaba mi 2017.

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