Rosita




La vieja Rosita,
Qué maja era.
Simpática y bonita,
Viéndola desde afuera.

A través de un cristal,
Sonreía con sus arruguitas.
Con la reja de metal,
Y sus rugosas manitas.

Tejía y no dejaba de tejer,
Bufandas y gorros de lana
Supongo para no abastecer,
La cuerda del tiempo llana.

Me tejió una graciosa bufanda,
Blanca, larga y suave.
Su perfume era lavanda,
Y me tapaba del frío grave.

Pero la pobre falleció,
Y la casa está sin dueña.
Sola, triste y a pedazos quedó,
como el fuego que consume la leña.

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